El otro día estaba en una reunión con un amigo que quiere lanzar "una app revolucionaria de productividad" que vibe codeó. Le pregunté qué la hacía diferente. Me mostró 47 features. Le volví a preguntar qué la hacía diferente. Se quedó callado.

Ese silencio resume el problema de crear productos en 2025: estamos compitiendo en las dimensiones equivocadas.

El fin de la era de resolver problemas

Durante décadas, el manual del emprendedor era simple: encuentra un problema, crea una soluciónvéndela. Ford necesitaba hacer autos más baratos. Edison necesitaba iluminar casas. Jobs necesitaba humanizar computadores.

Pero llegamos a un punto de inflexión. Como documenta la investigación sobre emprendimiento moderno, estamos en una era donde "prácticamente todas las necesidades básicas parecen estar resueltas". El resultado: 500 apps de to-do lists, 300 servicios de delivery, 1000 variaciones del mismo SaaS.

La paradoja es que, mientras todo parece inventado, siguen surgiendo empresas que crecen exponencialmente. ¿Cuál es la diferencia?

En 2008, Adaptive Path publicó un libro que debería ser lectura obligatoria. "Subject to Change". Su tesis central: "Para las personas, la experiencia es el producto que entregamos, y la única cosa que realmente les importa". O dicho de otro modo, las personas nunca olvidarán cómo las hiciste sentir.

Pero lo que muchos no entienden es la segunda parte de su planteamiento: una experiencia no es una colección de momentos memorables. No es pegar billetes en la muralla, o fuegos artificiales para sorprender. Es un sistema completo e integrado que funciona especialmente bien cuando las cosas empiezan a salir mal. Un sistema de experiencia es clave, porque permite que nuestro “producto” sea redundante.

Los autores (Peter Merholz, Todd Wilkens, Brandon Schauer y David Verba) lo explicaron con claridad: "El secreto está en enfocarse en las experiencias, profundizando en las complejidades de las vidas de las personas, y luego crear sistemas elegantes para apoyarlas".

No momentos wow. Sistemas elegantes.

La neurociencia del consumidor reveló algo que ha cambiado todo, y es que las decisiones humanas son fundamentalmente emocionales. Los estudios con fMRI muestran que las marcas con usuarios leales activan las mismas áreas cerebrales que responden a estímulos placenteros básicos.

Esto significa que tu producto no compite con otros productos. Compite por neurotransmisores específicos:

  • Dopamina (anticipación y recompensa)

  • Oxitocina (conexión y pertenencia)

  • Serotonina (estatus y logro)

  • Endorfinas (satisfacción post-esfuerzo)

Como establece Donald Norman en "Emotional Design", operamos en tres niveles: visceral (primera impresión), conductual (uso), y reflexivo (significado). Las emociones no son un agregado al diseño; son su fundamento.

Starbucks, ejemplos de nada

Y ahora, el elefante en la habitación. Starbucks se convirtió en todo lo que juró no ser:

  • Ahora tiene sillas diseñadas para "invitar a la gente de vuelta a sus casas"

  • Los enchufes desaparecieron en democracia.

  • Más de 700 cargos por prácticas laborales injustas

Los números no mienten: ventas globales cayeron 7% en Q4 2024, tráfico de clientes -10%, y un índice de satisfacción que palidece.

Mientras tanto, Blue Bottle sirve solo café tostado en las últimas 48 horas. Intelligentsia paga 25% sobre precio de Comercio Justo. Stumptown ofrece transparencia total en su cadena de suministro.

¿La diferencia? Unos optimizan para eficiencia operacional. Otros se diseñan para experiencia emocional.

Metodologías que funcionan

Descubrimiento como deporte

Teresa Torres planteó lo que los mejores equipos hacían intuitivamente: Discovery como hábito semanal, no actividad puntual. El "Product Trio" (Product Manager + Diseñador + Ingeniero) trabajando juntos, usando árboles de soluciones para mapear posibilidades antes de comprometerse a qué hacer verdaderamente.

Siendo realistas…

El Jobs-to-be-Done framework ha madurado desde la teoría conceptual de Clayton Christensen hacia aplicaciones prácticas. Existen innumerables Framework para dejar de prestar atención a qué quieren los clientes (puros fails) sino qué están tratando de lograr. Mi favorito es la visión de 37 Signals, materializada en su libro GETTING REAL.

Assumption mapping estructurado

David Bland refinó cómo categorizar suposiciones:

  • Desirability (¿lo quiere el mercado?)

  • Feasibility (¿podemos construirlo?)

  • Viability (¿es rentable?)

  • Adaptability (¿puede evolucionar?)

Las de alta importancia y baja certeza requieren experimentación inmediata.

No existen productos de un millón de dólares. Existen sistemas que escalan porque resuelven trabajos emocionales profundos de manera sostenible.

La cadena de valor moderna es demasiado compleja para que una "gran idea" sea suficiente. Lo que importa es crear bucles de valor emocional auto-reforzados. Cuando el efecto “residual” de lo que creaste es un estímulo en tu cliente, que le hace pedir más, generar más, o invitar a otros, es que, amig@ mío, has logrado tu loop, tu “no–estafa piramidal moderna”.

Cuando alguien usa tu producto y se siente más capaz, más conectado, más auténticamente él mismo, ahí tienes algo. Todo lo demás es ruido.

Crear un producto hoy no es sobre features ni precio. Es sobre imaginar y desarrollar sistemas que evolucionen con las necesidades más emergentes y sofisticadas de las personas.

Si estás construyendo algo:

  1. Olvida las soluciones, entiende los drivers emocionales.

  2. Diseña sistemas adaptativos, no cositas estáticas.

  3. Valida con personas reales con frecuencia, y disfruta que te hagan pico. Ese feedback es el que sirve, no quienes nos digan amiga, erí seca.

Las personas no necesitan —como tal— otro podcast, otra app de citas, ni clon número 5 millones de Uber. Lo que sí necesitan son nuevas formas de sentir, conectar y crecer.

El otro día estaba en una reunión con un amigo que quiere lanzar "una app revolucionaria de productividad" que vibe codeó. Le pregunté qué la hacía diferente. Me mostró 47 features. Le volví a preguntar qué la hacía diferente. Se quedó callado.

Ese silencio resume el problema de crear productos en 2025: estamos compitiendo en las dimensiones equivocadas.

El fin de la era de resolver problemas

Durante décadas, el manual del emprendedor era simple: encuentra un problema, crea una soluciónvéndela. Ford necesitaba hacer autos más baratos. Edison necesitaba iluminar casas. Jobs necesitaba humanizar computadores.

Pero llegamos a un punto de inflexión. Como documenta la investigación sobre emprendimiento moderno, estamos en una era donde "prácticamente todas las necesidades básicas parecen estar resueltas". El resultado: 500 apps de to-do lists, 300 servicios de delivery, 1000 variaciones del mismo SaaS.

La paradoja es que, mientras todo parece inventado, siguen surgiendo empresas que crecen exponencialmente. ¿Cuál es la diferencia?

En 2008, Adaptive Path publicó un libro que debería ser lectura obligatoria. "Subject to Change". Su tesis central: "Para las personas, la experiencia es el producto que entregamos, y la única cosa que realmente les importa". O dicho de otro modo, las personas nunca olvidarán cómo las hiciste sentir.

Pero lo que muchos no entienden es la segunda parte de su planteamiento: una experiencia no es una colección de momentos memorables. No es pegar billetes en la muralla, o fuegos artificiales para sorprender. Es un sistema completo e integrado que funciona especialmente bien cuando las cosas empiezan a salir mal. Un sistema de experiencia es clave, porque permite que nuestro “producto” sea redundante.

Los autores (Peter Merholz, Todd Wilkens, Brandon Schauer y David Verba) lo explicaron con claridad: "El secreto está en enfocarse en las experiencias, profundizando en las complejidades de las vidas de las personas, y luego crear sistemas elegantes para apoyarlas".

No momentos wow. Sistemas elegantes.

La neurociencia del consumidor reveló algo que ha cambiado todo, y es que las decisiones humanas son fundamentalmente emocionales. Los estudios con fMRI muestran que las marcas con usuarios leales activan las mismas áreas cerebrales que responden a estímulos placenteros básicos.

Esto significa que tu producto no compite con otros productos. Compite por neurotransmisores específicos:

  • Dopamina (anticipación y recompensa)

  • Oxitocina (conexión y pertenencia)

  • Serotonina (estatus y logro)

  • Endorfinas (satisfacción post-esfuerzo)

Como establece Donald Norman en "Emotional Design", operamos en tres niveles: visceral (primera impresión), conductual (uso), y reflexivo (significado). Las emociones no son un agregado al diseño; son su fundamento.

Starbucks, ejemplos de nada

Y ahora, el elefante en la habitación. Starbucks se convirtió en todo lo que juró no ser:

  • Ahora tiene sillas diseñadas para "invitar a la gente de vuelta a sus casas"

  • Los enchufes desaparecieron en democracia.

  • Más de 700 cargos por prácticas laborales injustas

Los números no mienten: ventas globales cayeron 7% en Q4 2024, tráfico de clientes -10%, y un índice de satisfacción que palidece.

Mientras tanto, Blue Bottle sirve solo café tostado en las últimas 48 horas. Intelligentsia paga 25% sobre precio de Comercio Justo. Stumptown ofrece transparencia total en su cadena de suministro.

¿La diferencia? Unos optimizan para eficiencia operacional. Otros se diseñan para experiencia emocional.

Metodologías que funcionan

Descubrimiento como deporte

Teresa Torres planteó lo que los mejores equipos hacían intuitivamente: Discovery como hábito semanal, no actividad puntual. El "Product Trio" (Product Manager + Diseñador + Ingeniero) trabajando juntos, usando árboles de soluciones para mapear posibilidades antes de comprometerse a qué hacer verdaderamente.

Siendo realistas…

El Jobs-to-be-Done framework ha madurado desde la teoría conceptual de Clayton Christensen hacia aplicaciones prácticas. Existen innumerables Framework para dejar de prestar atención a qué quieren los clientes (puros fails) sino qué están tratando de lograr. Mi favorito es la visión de 37 Signals, materializada en su libro GETTING REAL.

Assumption mapping estructurado

David Bland refinó cómo categorizar suposiciones:

  • Desirability (¿lo quiere el mercado?)

  • Feasibility (¿podemos construirlo?)

  • Viability (¿es rentable?)

  • Adaptability (¿puede evolucionar?)

Las de alta importancia y baja certeza requieren experimentación inmediata.

No existen productos de un millón de dólares. Existen sistemas que escalan porque resuelven trabajos emocionales profundos de manera sostenible.

La cadena de valor moderna es demasiado compleja para que una "gran idea" sea suficiente. Lo que importa es crear bucles de valor emocional auto-reforzados. Cuando el efecto “residual” de lo que creaste es un estímulo en tu cliente, que le hace pedir más, generar más, o invitar a otros, es que, amig@ mío, has logrado tu loop, tu “no–estafa piramidal moderna”.

Cuando alguien usa tu producto y se siente más capaz, más conectado, más auténticamente él mismo, ahí tienes algo. Todo lo demás es ruido.

Crear un producto hoy no es sobre features ni precio. Es sobre imaginar y desarrollar sistemas que evolucionen con las necesidades más emergentes y sofisticadas de las personas.

Si estás construyendo algo:

  1. Olvida las soluciones, entiende los drivers emocionales.

  2. Diseña sistemas adaptativos, no cositas estáticas.

  3. Valida con personas reales con frecuencia, y disfruta que te hagan pico. Ese feedback es el que sirve, no quienes nos digan amiga, erí seca.

Las personas no necesitan —como tal— otro podcast, otra app de citas, ni clon número 5 millones de Uber. Lo que sí necesitan son nuevas formas de sentir, conectar y crecer.

El otro día estaba en una reunión con un amigo que quiere lanzar "una app revolucionaria de productividad" que vibe codeó. Le pregunté qué la hacía diferente. Me mostró 47 features. Le volví a preguntar qué la hacía diferente. Se quedó callado.

Ese silencio resume el problema de crear productos en 2025: estamos compitiendo en las dimensiones equivocadas.

El fin de la era de resolver problemas

Durante décadas, el manual del emprendedor era simple: encuentra un problema, crea una soluciónvéndela. Ford necesitaba hacer autos más baratos. Edison necesitaba iluminar casas. Jobs necesitaba humanizar computadores.

Pero llegamos a un punto de inflexión. Como documenta la investigación sobre emprendimiento moderno, estamos en una era donde "prácticamente todas las necesidades básicas parecen estar resueltas". El resultado: 500 apps de to-do lists, 300 servicios de delivery, 1000 variaciones del mismo SaaS.

La paradoja es que, mientras todo parece inventado, siguen surgiendo empresas que crecen exponencialmente. ¿Cuál es la diferencia?

En 2008, Adaptive Path publicó un libro que debería ser lectura obligatoria. "Subject to Change". Su tesis central: "Para las personas, la experiencia es el producto que entregamos, y la única cosa que realmente les importa". O dicho de otro modo, las personas nunca olvidarán cómo las hiciste sentir.

Pero lo que muchos no entienden es la segunda parte de su planteamiento: una experiencia no es una colección de momentos memorables. No es pegar billetes en la muralla, o fuegos artificiales para sorprender. Es un sistema completo e integrado que funciona especialmente bien cuando las cosas empiezan a salir mal. Un sistema de experiencia es clave, porque permite que nuestro “producto” sea redundante.

Los autores (Peter Merholz, Todd Wilkens, Brandon Schauer y David Verba) lo explicaron con claridad: "El secreto está en enfocarse en las experiencias, profundizando en las complejidades de las vidas de las personas, y luego crear sistemas elegantes para apoyarlas".

No momentos wow. Sistemas elegantes.

La neurociencia del consumidor reveló algo que ha cambiado todo, y es que las decisiones humanas son fundamentalmente emocionales. Los estudios con fMRI muestran que las marcas con usuarios leales activan las mismas áreas cerebrales que responden a estímulos placenteros básicos.

Esto significa que tu producto no compite con otros productos. Compite por neurotransmisores específicos:

  • Dopamina (anticipación y recompensa)

  • Oxitocina (conexión y pertenencia)

  • Serotonina (estatus y logro)

  • Endorfinas (satisfacción post-esfuerzo)

Como establece Donald Norman en "Emotional Design", operamos en tres niveles: visceral (primera impresión), conductual (uso), y reflexivo (significado). Las emociones no son un agregado al diseño; son su fundamento.

Starbucks, ejemplos de nada

Y ahora, el elefante en la habitación. Starbucks se convirtió en todo lo que juró no ser:

  • Ahora tiene sillas diseñadas para "invitar a la gente de vuelta a sus casas"

  • Los enchufes desaparecieron en democracia.

  • Más de 700 cargos por prácticas laborales injustas

Los números no mienten: ventas globales cayeron 7% en Q4 2024, tráfico de clientes -10%, y un índice de satisfacción que palidece.

Mientras tanto, Blue Bottle sirve solo café tostado en las últimas 48 horas. Intelligentsia paga 25% sobre precio de Comercio Justo. Stumptown ofrece transparencia total en su cadena de suministro.

¿La diferencia? Unos optimizan para eficiencia operacional. Otros se diseñan para experiencia emocional.

Metodologías que funcionan

Descubrimiento como deporte

Teresa Torres planteó lo que los mejores equipos hacían intuitivamente: Discovery como hábito semanal, no actividad puntual. El "Product Trio" (Product Manager + Diseñador + Ingeniero) trabajando juntos, usando árboles de soluciones para mapear posibilidades antes de comprometerse a qué hacer verdaderamente.

Siendo realistas…

El Jobs-to-be-Done framework ha madurado desde la teoría conceptual de Clayton Christensen hacia aplicaciones prácticas. Existen innumerables Framework para dejar de prestar atención a qué quieren los clientes (puros fails) sino qué están tratando de lograr. Mi favorito es la visión de 37 Signals, materializada en su libro GETTING REAL.

Assumption mapping estructurado

David Bland refinó cómo categorizar suposiciones:

  • Desirability (¿lo quiere el mercado?)

  • Feasibility (¿podemos construirlo?)

  • Viability (¿es rentable?)

  • Adaptability (¿puede evolucionar?)

Las de alta importancia y baja certeza requieren experimentación inmediata.

No existen productos de un millón de dólares. Existen sistemas que escalan porque resuelven trabajos emocionales profundos de manera sostenible.

La cadena de valor moderna es demasiado compleja para que una "gran idea" sea suficiente. Lo que importa es crear bucles de valor emocional auto-reforzados. Cuando el efecto “residual” de lo que creaste es un estímulo en tu cliente, que le hace pedir más, generar más, o invitar a otros, es que, amig@ mío, has logrado tu loop, tu “no–estafa piramidal moderna”.

Cuando alguien usa tu producto y se siente más capaz, más conectado, más auténticamente él mismo, ahí tienes algo. Todo lo demás es ruido.

Crear un producto hoy no es sobre features ni precio. Es sobre imaginar y desarrollar sistemas que evolucionen con las necesidades más emergentes y sofisticadas de las personas.

Si estás construyendo algo:

  1. Olvida las soluciones, entiende los drivers emocionales.

  2. Diseña sistemas adaptativos, no cositas estáticas.

  3. Valida con personas reales con frecuencia, y disfruta que te hagan pico. Ese feedback es el que sirve, no quienes nos digan amiga, erí seca.

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Eres una marca y toda marca requiere un producto

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